RITA ZEGARRA. Me llamo Rita, soy Administradora Industrial, estudiante de Ingeniería Industrial, pero previo a todo ello culminé un programa de Secretariado Ejecutivo con un diplomado en Logística Internacional.
Cuando me enteré que estaba embarazada por segunda vez, yo trabajaba en el Ministerio de Educación, todo un reto para mí a nivel personal y profesional. Recuerdo que tenía la adrenalina al tope, pues entre el trabajo y los estudios, ni tiempo me quedaba para pensar en que esperaba mi segundo bebé. Yo tenía que demostrar y demostrarme en ese momento que podía rendir perfectamente en ambos aspectos.
Cuando nació mi pequeño, me sentí en la necesidad de dejar de lado el trabajo y dedicarme plenamente a esta nueva etapa, entre la lactancia y el proceso de que mi hijo mayor asimile la llegada de un nuevo integrante a nuestra familia. Luego de un año, decidí reinsertarme a la vida laboral y darme la oportunidad de poner en práctica todo lo que estudié, y porque además empezaba a sentir la necesidad de generar ingresos para el soporte de mi familia.
Así que me puse las pilas y empecé a buscar trabajo. Les quiero contar que asistí por lo menos a unas cinco entrevistas importantes y atractivas, donde yo supuse tenía buenas opciones, no por gusto me respaldan dos carreras, experiencia en el campo y buenas recomendaciones.
Pero la realidad es otra. En todas las entrevistas de trabajo, cuando llegamos al punto: ¿Estado civil? ¿Casada?, ¿Hijos?, ¿Cuántos?, ¿Edades?, automáticamente el semblante del entrevistador cambia, como si se tratase de un ser vetado, como si el ser madre, te convierte en un profesional ‘no deseado’. En el último trabajo al cual apliqué fuimos trece postulantes que pasamos por distintas pruebas: psicológicas, técnicas, de sentido común, etc. Poco a poco se iban descartando candidatos y al final quedamos 3 (2 hombres y yo). ¿Y qué pasó nuevamente? Llegaron las preguntas de rigor,¿Estado civil? ¿Casada?, ¿Hijos?, ¿Cuántos?, ¿Edades?
Me detuve a pensar frente a este cuadro, que es una lástima que el sistema laboral en nuestro país discrimine en cierta forma a las mamis, que cuando la tienen como opción frente a un puesto de trabajo (obviando que incluso podemos llegar a ser más entregadas, eficientes, responsables y enfocadas en hacer las cosas bien como muchos hombres o mujeres solteras), simplemente no la toman por prejuicios tontos. Así que por lo pronto, me he resignado a la idea de que no me contratarán. Pero como no soy de las personas que se quedan con los brazos cruzados pues la vida continua, he decidido emprender mi propio negocio, para ser mi propia jefa y tener a mis hijos cerca. Y este sueño que aquí arranca, se llama ‘@Ambari-Accesorios Bioenergéticos’.
El nombre Ambari nace de la fusión de Ankari (Andre y Kamil, mis 2 frutos y Rita) + Ámbar Báltico, ésta es una resina natural que nace de los árboles como medio de auto sanación, el mismo que al entrar en contacto con nuestra piel, libera el ‘ácido succínico’, un potente antiinflamatorio natural muy conocido por los múltiples beneficios curativos y espirituales que aportan a nuestra vida. En bebes y niños, por ejemplo, alivia las molestias en el periodo de la dentición, fortalece el sistema inmune, agiliza la cicatrización de heridas y en adultos disminuye los niveles de estrés, migrañas, aliviando molestias musculares.
Lo que ofrezco actualmente en mi nuevo emprendimiento, son pulseritas y collares para bebes, niños y adultos elaboradas precisamente con ámbar báltico, piezas únicas que llegan a mí desde el lejano país de Lituania, un país europeo a orillas del Mar Báltico, para ser más precisa desde la ciudad de Palanga la capital del Ámbar Báltico, y como dije anteriormente, este ámbar al tener contacto con el calor de nuestra piel libera el ácido succínico, que es un potente antinflamatorio natural.
Estas piezas genuinas que en tiendas como ‘La Regalería’ de Barranco, ‘Baby Plaza’ en Magdalena, ‘Inimini Store’ en Miraflores, ‘Gugutino’ en Surco, ‘Claudia Bebes y Niños’ en San Isidro, me han permitido sentirme nuevamente viva a nivel profesional.
Me siento muy afortunada de promover los beneficios y propiedades de una opción 100% natural a más familias como la mía. Y gracias a este emprendimiento me permito estar presente en el día a día de mi pequeño André de 2 añitos 6 meses y Kamil de 1 añito 3 meses. Consolarlos ante cualquier tristeza, atender oportunamente cualquier necesidad que pueda surgir o simplemente, el hecho de sentirme plena y tranquila viéndolos crecer, gozar de cada travesura y lidiar de cerca con cada uno de sus berrinches.
En este momento, detrás de Ambari se encuentra una persona cargada de sueños, lucha, esmero y en algunas ocasiones sacrificio.
Y esta historia la seguiré escribiendo día a día, si se quiere, se puede!
Collar Ambari para adultos
Pulsera Ambari para bebé
Deja tu comentario