CARMEN ELISA CONTRERAS. Luego de una relación de casi 7 años, que no terminó nada bien, conocí a Alan quien tiene 2 hijos de 2 compromisos diferentes, una niña y un niño que se llevan dos años de diferencia. Alan nunca vivió con ellos, sin embargo siempre ha sido un padre presente. Este ‘pequeño detalle’ me hacía dudar al principio de iniciar una relación con él, pero al verlo interactuar con sus hijos me demostró que era un buen padre y que el tiempo que compartía con ellos podía suplir el hecho de no vivir a su lado. Definitivamente no es el escenario ideal, pero estoy convencida que traer un hijo al mundo es responsabilidad de ambas partes, y nos toca asumir las consecuencias de nuestros actos. Finalmente quién soy yo para juzgar a una persona por sus errores, además Alan me hacía sentir especial, sacaba lo mejor de mí, había vuelto a sonreír y mi entorno lo notó, me lo hacían saber y así que luego de 6 meses de conocernos, ya queríamos vivir juntos. Mis padres, algo anticuados, querían que me case así que lo hicimos. Todo mi entorno era feliz con el paso dado, pero el de él no tanto.
Todo iba de maravillas al principio. Rentamos un departamento con dos habitaciones, para cuando nos visiten sus hijos, y aunque siempre me he considerado una persona respetuosa, amable, empática, y generalmente suelo caerle bien a las personas, no conseguí hacerlo con su familia, y eso me frustraba muchísimo, porque no estaba acostumbrada a eso.
Luego empezaron los problemas con las mamás de sus hijos, llegaron injustos juicios de alimentos, sus hijos no podían ir a la casa, y a mí no que quedaba de otra que apoyarlo y nunca emitir comentario alguno en contra de ellas, porque no me correspondía, pese a que ellas no tenían reparo en hacerlo conmigo. Luego rentamos un departamento con una sola habitación, y fue allí donde quedé embarazada, tarde algún tiempo en asimilar la noticia, pues con los problemas que ya teníamos me daba mucho temor de lo que podía pasar después, pero en ese momento contaba con todo el apoyo de mi esposo y me daba la seguridad de que nosotros siempre seriamos su prioridad, que no importara lo que su entorno haga o diga, nosotros siempre íbamos a estar juntos.
Y así, milagrosamente, su hija empezó a quedarse a dormir en casa, y nos la teníamos que arreglar para dormir 3 en una cama, mientras una bebé que crecía en mi vientre. Antes de nacer Aitana, rentamos un departamento más grande, y como ya me lo esperaba, los problemas seguían, y siempre por terceras personas. Yo con las hormonas revueltas cada vez se me hacía más difícil poder afrontarlos y fueron estos problemas y el no saberlos resolver, lo que nos llevó a una separación con sólo 4 años de matrimonio, con muchas heridas y mucho resentimiento el uno del otro.
Los primeros días fueron bastante difíciles, con reclamos, amenazas, cegados por la ira, la impotencia, la tristeza. Luego ya más calmados y por el amor a nuestra pequeña de 3 años, que nos amaba inmensamente como nosotros a ella, decidimos recuperar ese gran amor que un día nos unió, fuimos a terapias de familia, aprendimos a reconocer nuestros errores y a aceptarnos y respetarnos tal como somos. Lo admito, no fue nada fácil hasta hoy no lo es. Nos ha costado muchas lágrimas y discusiones, luego de casi 8 meses y con mucho temor volvimos a vivir juntos. Hoy las cosas que han cambiado, unas para bien y otras no, tratamos de mejorar día tras día, de aceptarnos, comprendernos, respetarnos y poco a poco creo que lo estamos logrando, mi hija es feliz cuando estamos juntos, y eso nos hace feliz a nosotros y es nuestro impulso para continuar así y no volver a cometer los mismos errores.
Los problemas con su entorno continúan, yo me aleje de ellos, no sé si esté bien o mal, pero estoy tranquila y eso no lo cambio por nada. Hoy mi hija no ve a su hermana hace más de 2 años, pues la niña no quiere venir a nuestra casa, eso me entristece demasiado porque siempre llevé una buena relación con ella, pero tengo la esperanza de que en algún momento cambie. Mientras tanto estamos juntos, poniendo todo de nuestra parte para que sea por siempre.
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