Paralelamente a mi condición de madre abnegada, estaba también mi vida de empresaria que había dejado de lado y la verdad es que ya empezaba a sentir que me faltaba algo. Una cosa es asumir que eres madre y que tu vida cambiará para siempre y otra dejar de lado tu vida profesional; y yo tenía claro que esa no la dejaría por nada del mundo. Sin embargo, esto no era tarea fácil, pues bastaba con mirarme al espejo para saber que la situación era complicada. Me veía gorda y fea; y si bien los primeros días no me importó mucho porque estaba concentrada en Mikela, ahora era diferente. Ya sentía la adrenalina del trabajo y en esas condiciones no podía hacerlo.
Me vi en el espejo y me di cuenta de que no estaba todo perdido. El haber gastado todo el dinero del mundo en esa montaña de cremas me permitió controlar a las malditas estrías porque apenas tuve algunas, contadas con los dedos de la mano. No sé cuál de todas fue la crema milagrosa, porque usé muchas marcas, pero alguna de ellas fue o tal vez todas a la vez. También le debo mucho a Mauro, quien aprendió a frotarme la espalda y la barriga todas las noches durante el embarazo para evitar esas horribles marcas. Con lo que no pude fue con las manchas en la cara, porque hasta ahora se resisten a desaparecer. Un buen día me escapé a la peluquería para intentar sentirme como siempre, aunque al inicio pensé, que sería inútil porque luego del embarazo viene el trauma de cómo has quedado y entonces una se siente como pelota desinflada. Eso se hace evidente en la ropa, ya no me podía poner la ropa ancha de la etapa de embarazo, pero tampoco la que usaba antes. Llegué a la peluquería y a ojos cerrados le dije a mi estilista que me tiñera el pelo y que hiciera magia para sentirme nuevamente como antes. Estaba convencida de que con ese cambio podía ir apareciendo, poco a poco, esa Rocío que se había perdido en el camino con su embarazo. Empecé tiñéndome el cabello, tratando de arreglarme un poco más, haciendo dieta, usando mis fajas; porque debo confesar que me compré todas las fajas que se puedan imaginar y la verdad es que me hicieron sentir bien, porque toda esa carne suelta del abdomen era contenida con esmero por las benditas fajas elásticas. Además de para sentirme bien, me fajé inmediatamente después del parto, para ayudar a mi piel a volver a su estado original. Con un nuevo look y con una apariencia bastante aceptable, me inserté a la vida laboral a los diez días de haber regresado a casa con Mikela. Si bien al inicio decidí encargarme yo misma de las primeras semanas, igualmente no podía dejar de lado mi trabajo, pues, como ya se habrán dado cuenta, soy una enferma del trabajo. Así que busqué en mi clóset alguna ropa medianamente ancha para no parecer lo suficientemente gorda que me hiciera sentir mal y tampoco tan angosta, que me hiciera sentir ridícula. Recuerdo la primera anécdota de madre trabajadora y lactante eficiente. Apenas retorné a mi oficina, salí a mi primera reunión de negocios y como ya sabía que debía tener cuidado con la leche y evitar que se derrame sobre el vestido, coloqué unos pañitos sobre el pezón. Sin embargo, en plena reunión, sentí el pecho mojado y al verme me di con la sorpresa de que uno de los pañitos se había movido de su sitio y la leche se había salido en cantidades considerables. Automáticamente me paré y me fui al baño, roja de vergüenza. Pero a pesar de todas las recomendaciones médicas y de los más alocados y extravagantes consejos de las amigas, solo pude darle de lactar a mi hija hasta los tres meses; luego ya no tuve leche. Era imposible hacer dieta, porque tenía que dar de lactar, pero apenas cumplí los tres meses hice un gran esfuerzo por tener una rutina diaria de ejercicios con un personal training. Tengo que admitir que mi mayor motivación fue la vanidad, el abrir mi ropero y ver tanta ropa hermosa sin usar y encima con un verano espectacular me invitaba a lucir muy ligera. Durante seis semanas me esforcé para levantarme muy temprano para ir al gimnasio. Había acostumbrado a mi hija a lactar exactamente cada cuatro horas durante el día. Su última leche se la daba a las doce de la noche y así dormía seguido hasta las cinco de la mañana. A esa hora la alimentaba nuevamente y se dormía inmediatamente. Así que yo aprovechaba esas cuatro horas de siesta para volar a mi rutina deportiva durante una hora exactamente. Cuando culminó mi plan de entrenamiento que iba de la mano con un plan nutricional recomendado por una especialista, había recobrado mi peso original, es más, tenía dos kilos menos (55 kilos) de cuando quedé embarazada. Tengo claro que el hecho de haber tenido un hijo, no quiere decir adiós a la buena imagen. Ni hablar, somos mujeres modernas y pensamos totalmente diferente a nuestras madres y abuelas. No debemos dar motivos para que la gente haga comentarios acerca de nuestro estado de ánimo o nuestra apariencia personal después de dar a luz. Todo lo contrario, hay que esmerarse para que en nuestra presentación a la sociedad post-parto recibamos algún comentario como: “¡Te ves regia!”. A eso tenemos que apuntar. Así que tomen nota.
No comparto nada con lo dices.,tu vanidad va mas alla de tu amor maternal…
Hola Tita, es válido totalmente tu comentario, pues siempre he dicho que cada madre es una experiencia diferente, cada madre es única. Puede sonar hasta superficial algunos comentarios, pero sinceramente es lo que sentí, lo que viví y lo que quise compartir, siempre advirtiendo, que no espero que todas las mamás estén de acuerdo conmigo.Todos los comentarios para mí aportan a futuros proyectos y te agradezco sinceramente el tiempo que te tomaste al escribir. Saludos.
Te entiendo completamente, tengo una bb de 9 meses y sigo en mi lucha de perder peso y aunque mi amor de Madre es grande tb es necesario sentirme bien conmigo misma.
Claro que sí querida Natali, ante todo y sobre todo somos mujeres, antes de ser madres. Y es completamente lógico que te preocupes por ti y tu apariencia.Muchas veces me han tachado de superficial, pero créeme que a mis 47 nada me afecta. Verás que con un poco de esfuerzo, pronto de verás regia. Sólo, no te abandones. Besotes.
Hola, recién sé de tu blog y dando unas leidas me arranco unas sonrisas, también he pasado la transformación de la maternidad pero espere encontrar consejos o experiencias que se ajustaran mas a la realidad económica de la mayoría de las personas. No todos pueden comprar todas las cremas ni todas las fajas ni tener un personal trainner pero me alegro por ti :).. Exitos!
Hola querida Jessica, por alguna razón recién leo tu comentario. La verdad es que son sólo experiencias personales, y como tú misma dices, la realidad no es la misma para todas las mamis, pero espero que en algún momento lo que comparta a través de mi blog sea de utilidad para ti. Un beso.
Hola querida Jessica, por alguna razón recién leo tu correo, pero lo que precisas es muy acertado, así que seguiré tu sabio consejo. Un beso.