¿Podemos las madres ser amigas de nuestras hijas?…Escribo este artículo a propósito de una entrevista reciente en el Programa ‘OH Diosas’ donde compartí con otras mamás este tema tan interesante. Esta es una opinión muy personal. A nosotras las mamás nos ha tocado vivir en una época donde tenemos que dividirnos entre mil funciones, incluso trabajar para aportar dinero en casa. Eso definitivamente hace que estemos menos tiempo con nuestros pequeños. Y muchas veces en nuestro afán de compensar esa ausencia, intentamos ofrecer a nuestros hijos una amistad abierta de igual a igual, lo que para mí no es sano. Pero eso lo he comprendido con los años, pues nunca he sido ni seré una mamá perfecta. Una cosas es ser amiga y otra cosa es ser mamá. Yo no puedo quitarle la imagen de autoridad a mi hija en mi deseo de convertirme en su gran amiga. Ella para crecer sana necesita reglas claras, alguien que le diga que está bien, que está mal. Y ese rol es mío o de su padre.
Mikela a lo largo de su vida hará cientos de amigas, muchas de las cuales incluso irá descartando en el tiempo, pero a la única persona que no podrá descartar le guste o no, es a su madre. Para mí, ser mamá, es ser más que amiga.
En los últimos años he intentado crear un vínculo más cercano con Mikela, construir una relación más amorosa, honesta, flexible, tratando de hacerla sentir que ella es parte importante de mi vida, contándole incluso si mi día en el trabajo fue terrible o si la entrevista que tuve a raíz de mi libro no resultó como lo esperaba. Y cuando ella me responde, ante una simple pregunta: ¿Hija, cómo te fue en el colegio?, sólo, ’Bien mami’, yo le digo: ‘¿Sólo bien hija?…e intento seguir preguntando: ¿Cómo está Alessia? (que es su mejor amiga). O si la comida estuvo rica en el comedor?…En el afán de que nuestra conversación sea más amplia y ella comience a entrar en detalles pequeños con los cuales me río o asombro.
Hago que también Mikela comparta conmigo espacios donde podemos estar solas. Nos vamos juntas a hacernos la manicure, me acompaña a algunos eventos, cuando puedo la llevo a alguna entrevista que tengo, o los fines de semana me acompaña al mercado, pues sabe que me encanta comprar allí verduras frescas. Incluso me guarda algunos secretos pequeños, cuando le compro algún regalo a Mauro y lo escondo, o cuando le compramos algo a Matteo para ponerlo debajo de su almohada. Allí nos convertimos en cómplices de una manera agradable, y ella se siente importante.
Sé que la línea es muy estrecha entre ser mamá y amiga de tu hija, pero debemos respetar esa diferencia. Nos guste o no, hay una línea jerárquica entre ambos roles. Y tal vez para mí sea más claro el tema, pues mi madre fue una AUTORIDAD en todo el sentido de la palabra en mi casa por diversas razones. Incluso la trataba de usted y nunca tuvimos una buena relación, relación que con el tiempo, sobre todo cuando fui madre, fue mejorando mucho.
Por eso intento guardar un equilibro, y creo que lo estoy logrando. Estoy apelando a ese instinto natural que tenemos todas las mamás. Lo más maravilloso que nos puede pasar, es que nuestras hijas puedan confiar en nosotros siempre, y que nosotras podamos ser su primera opción cuando las dudas asalten por su cabecita. Sobre todo cuanto entren a la adolescencia. Pero seamos optimistas, y desde hoy empecemos a comunicarnos de la mejor manera con nuestras hijas, de manera abierta, fluida y sin intentar ocultar información, porque recuerden que las niñas de hoy tienen acceso a muchas información gracias a la tecnología.
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